La Vendedora de Chai

ara los que no saben, chai significa té en hindi y es la bebida nacional  por excelencia de la  India. Se toma en tazas de la porcelana china más fina o en las ordinarias tazas de  acero inoxidable. Los Indios de todas las religiones bebemos chai con leche en la mañana, en la tarde y en la noche. Tomamos chai en la salud, en la enfermedad y en cualquier esquina…

Soy Lalita Pullaiah, nací en el año 1975, soy vendedora de chai y NO soy Hindú pero soy Dalit. Tampoco soy católica, musulmana, budista, sij o parsi. Crecí en una remota villa del Sur de la India donde el horizonte se confunde a lo lejos entre las azules tonalidades del mar.

Mis padres eran analfabetos, por ende, no sabían si pertenecían a alguna religión. Mucha gente da por sentado que al nacer en India, eso te hace automáticamente un Hindú, pero no funciona así…una persona pertenece a una religión sólo cuando adoran a un Dios determinado, cuando van a sus templos y participan en los festivales o rituales de esa religión. Tuve la oportunidad de cursar estudios superiores, a fuerza de mucho trabajo y sacrificio. Ser mujer y ser Dalit en India es sinónimo de muchos obtáculos en tu vida, pero  comprobé que con fuerza de voluntad y mucha dedicación se pueden alcanzar los sueños. Para mí la educación fue el camino más expedito para lograr las metas que me propuse desde joven. Sin más preámbulos, esta es mi historia…

La única identidad de mis padres era su casta…eran Kurumaas. Sus dioses y sus festivales eran locales y algunas veces únicamente se celebraban en nuestra villa. No se identificaban con ningún tipo de símbolo religioso, sin embargo esto no significaba que fuesen tribales. Nuestros ancestros llegaron a las planicies hace más de 500 años. Se integraron a las actividades económicas de la villa y pagaban sus impuestos al panchayat (asamblea de la villa). Al principio se dedicaban a la cría de ovejas, pero antes de yo nacer, comenzaron a dedicarse a la agricultura, pagándo una renta por el alquiler de la tierra al dueño de la zona.

Aún recuerdo en mi niñez que mis padres pagaban impuestos por ambas actividades, la cría de ovejas y el cultivo de la tierra, pero jamás pagaron un impuesto religioso…algo que constituye la norma en algunas regiones feudales de mi país. No tan sólo eso, nunca asistieron a un templo donde se reuniesen con los otros habitantes de la villa, ya que no existía tal templo. Eso no significaba que mi familia estuviese excluída del proceso religioso porque fuese una familia indigna de ello…para nada! Durante dos generaciones mis ancestros habían sido líderes de nuestra casta. Mi madre y su suegra (es decir, mi abuela) eran miembros de una familia respetada dentro de la casta Kurumaa. Otras familias destacadas eran los Gollaas, Goudaas, Kapuus, Shalass, Chakaalies, Mangalies y Maadigaas entre otras.

En la medida que fui creciendo y al comenzar a  interactuar con el mundo exterior me dí cuenta de las grandes diferencias culturales entre los Hindúes y nosotros. La única estructura social y el mundo que  yo conocía era la de mi casta. Mis compañeros, amigos y obviamente mis parientes pertenecían a la misma casta. Algunas veces nuestro círculo social se extendía a los chicos Goudaa o los Kaapu. Mis hermanos y los chicos que se dedicaban al pastoreo de ganado en el campo jugaban chirragone (nuestro cricket), gooleelu (un juego con canicas) y dongaata (el juego del escondido). Eramos amigos ya que también se dedicaban a la cría de ganado. Cada vez que un amigo Goudaa venía a nuestra casa comía con nosotros, pero siempre me intrigaba que se sentaba ligeramente aparte. Cuando nosotros íbamos a visitar algún amigo Kapuu sus padres nos daban de comer pero nos hacían sentarnos un poco alejados. Sin embargo, más tarde podíamos jugar todos juntos y tomábamos agua juntos en los arroyos, ríos y manantiales.

Algunas veces cuando llevábamos nuestra comida al campo, intentábamos tocar la comida de los otros, pero de repente aparecían en nuestras mentes las reglas de nuestros padres y volvíamos a comer separados. Pero al rato estábamos juntos de nuevo.

Como la agricultura era una actividad colectiva en la villa, las vacas, los toros y los búfalos eran propiedad común de muchas castas, así que el campo era la base de la economía de la villa. En la medida que fuimos creciendo nuestra vida social comenzó a dividirse en términos de relaciones de productividad. Los Kurumaa y los Gollaas se especializaban en actividades relacionadas con la ganadería y eramos entrenados en la cría de ovejas. Nuestros amigos Goudaa se dedicaban  a la destilación de toddy (bebida alcohólica) y al arado de tierras.

El modelo de crianza de las niñas era muy similar entre todas las familias. Las chicas mayores, al cumplir 3 años de edad, ya sabíamos como sostener entre brazos a un bebé de  tres meses de nacido. Si se quiere, esta era la tarea más importante para ayudar a nuestras madres, ya que al despuntar el alba, las mujeres salían a trabajar en los campos.  Mi madre me enseñó a pulverizar los chiles, quitarle la cáscara al arroz, asear la casa y lavar los trastos.

Desde temprana edad aprendíamos a separar las espinas que se pegaban a la lana y así prepararla para el hilado. Todas estas actividades requerían gran destreza! A la edad de 12 años, al llegar a la pubertad, una chica Kurumaa debía saber las nociones básicas del arte de cocinar. Comenzábamos encendiendo el fogón y aprendiendo a manejarlo. El fogón Kurumaa está compuesto de 3 piedras con una extensión a un lado. Sobre esta extensión descansa una olla, conocida como vothu, donde se mantienen agua hirviendo. Se requiere una gran habilidad para hacer que el vothu no se agriete mientres se cocina en el fogón principal. También aprendemos a preparar el kuraadu, el cuál es parte fundamental de la cocina Kurumaa. El kuraadu consiste del ganji (almidón) extraído del arroz cocinado y luego se deja fermentar ligeramente hasta tener un olor levemente agrio. Posteriormente el kuraadu se usa como líquido en la preparación de arroz y otras recetas. El kuraadu se considera bueno para la salud, y además espanta los malos espíritus de la comida.

La única actividad que nosotras no aprendíamos, a diferencia de las chicas de la ciudad era a lavar nuestra ropa. Esto se debía a que este trabajo correspondía a las mujeres que lavaban ropa, especialmente las que pertenecían la casta Chakaali, quienes aprendían desde temprana edad a lavar todo tipo de ropa.

El comportamiento sexual se enseñaba como parte de la vida familiar. Las chicas escuchan las conversaciones de los grupos de mujeres mayores  cuando describen una mujer como “disciplinada” o indisciplinada”, sus estilos de vida sexuales y sus relaciones con sus esposos y otros. Un padre no vacila para hablar frente a sus hijos sobre  su enfoque de la vida y sus relaciones con otras mujeres. Más importante aún es el enfoque de la madre hacia sus hijos. Ella lleva a sus hijos al campo y les asigna pequeñas tareas, mientras caminan, la madre comparte sus problemas con los hijos, especialmente con sus hijas.

Si una mujer Dalit tiene una relación con un hombre que no es su esposo, la relación no se mantiene en secreto…todos opinan! Incluso los niños de la familia lo saben. Cuando la madre y el padre discuten, todo el mundo se entera de cada aspecto de la discusión. Ninguna pelea se esconde. Para nosotros nuestro hogar era un sitio de placer y a la vez de dolor, pero no había secretos…

Mis hermanos aprendieron sobre las mujeres y el sexo en compañia de otros amigos, en los campos. Allí se llevaban a cabo todo tipo de pruebas sexuales. Lo “bueno” y lo “malo” de la vida se aprendía desde temprano…sin embargo, quiero resaltar que que la moralidad o la inmoralidad no estaba basada en un “orden divino”.

El lenguaje de nuestra casta tiene una gramática propia estructurada y fué diseñado para una comunicación basada en la producción.  Aunque se desarrolló sin la ayuda de la escritura, no es menos sofisticado que el tegulu (lenguaje de la India ampliamente utilizado en el sur del país). Desde niños cada árbol, cada insecto y cada ser viviente o no viviente lleva un nombre, sin embargo, muchas de estas cosas no tienen un nombre específico en el idioma tegulu. Estos nombres no se enseñan a través de la palabra escrita sino a través de la repetición oral.

Cada casta realiza una actividad productiva diferente, por ende, su lenguaje se estructura alrededor de ese proceso productivo. Por ejemplo, los Kurumaas  saben sobre ovejas, cabras, árboles, plantas, así como los nombres de los instrumentos utilizados en la producción y blaqueamiento de la lana. Un Goudaa sabe los nombres relacionados con los utensilios, destrezas y habilidades para la destilación de toddy (bebida alcohólica).

La especialización que se adquiere al comunicar nuestras tareas ocupacionales es más sofisticada que la que poseen los Brahmines (casta superior en la religión hindú) cuando pronuncian los nombres de sus dioses al recitar sus mantras.

Lo más irónico de todo esto es que en India, el hecho de recitar  varios nombres de un Dios o muchos dioses se interpreta como “sabiduría”…mientras que saber el lenguaje de las actividades y los instrumentos productivos, que sostienen la economía del país, no se reconoce como conocimiento.

Los Brahmines han definido el conocimiento a su propia imagen y semejanza, pero los hechos reales demuestran que cada casta ha construído su consciencia propia, la cual no tiene nada que ver con una religión organizada.

Muchas cosas nos separan de los Hindúes, en especial la naturaleza del conocimiento del otro mundo, lo divino y lo espiritual. Desde niños, Jeja (el concepto de Dios) se nos presenta en forma de la Luna. En la medida que crecemos nos familiarizamos con Pochamma, Polimeramma, Kattamaisamma, Kaatamaraju, Potaraju y otras deidades.

Entres los Dalits no existe el concepto de templo en forma o lugar definido. Los Dioses y las Diosas viven en todas partes, vienen en diferentes formas y se encuentran en diferentes lugares. Desde pequeños somos parte de las congregaciones de nuestra casta que se llevan a cabo durante los festivales de Bonaali, Chinna Panduga, Pedda Panduga, etc.

Cada niño Dalit aprende desde temprano que la viruela nos visita porque Pochamma está enfadado. Las lluvias se retrasan cuando Polimeramma se molesta. El tanque de agua de la villa se llena o no, dependiendo de las simpatías de Kattamaisamma. Los ladrones roban las cosechas si Potaraju está furioso. Para los Kurumaas el hecho de que las ovejas y las cabras prosperen depende de Beerappa…

Para nosotros el espíritu existe, el alma existe y los muertos regresan a nuestros alrededores en forma de fantasmas si no se alimentaban bien cuando estaban vivos. Pero no hay un swarga (cielo) ni tampoco un naraka (infierno). Todos los muertos viven juntos en algún rincón de los cielos. Todo este conocimiento aún no se ha convertido en una religión organizada. El espíritu del Dalit es en esencia un espíritu No Hindú ya que el concepto patriarcal de sus Dioses no existe entre nosotros.

No sabía nada de Brahma o Vishnú hasta mi primer día de escuela. Cuando escuché estos nombres por primera vez eran tan extraños para mí como Cristo, Alá o Jehová.

El lenguaje de los niños hindúes, fuesen brahmines, kshatriya o baniyas, al igual que sus relaciones a nivel social, eran completamente nuevas para mi.

Más tarde aprendí y me dí cuenta que un niño brahmin no se le enseña ir al campo o cuidar del ganado, pero se supone que debe asistir a la escuela desde temprana edad. Muchos amigos brahmines me han contado que en las familias más tradicionales un padre nunca toca a sus hijos. La crianza de los hijos es un deber completamente de la esposa. Bañar a un niño es una actividad “impura” por ende sólo puede hacerla una mujer.  Luego, mientras la mujer se ocupa del niño, el llamado padre de “casta superior” la ayuda en la cocina? No. La cocina también es un lugar sucio en el cual no puede entrar. Así que la noción brahmínica de “pureza y contaminación” también opera dentro del hogar.

Los niños Hindúes, a diferencia de nosotros, aprenden desde pequeños palabras como Vedas, Ramayana, Mahabharatha, Purana, etc. Desde temprano se familiarizan con nombres como Brahma, Vishnu, Rama, Krishna, Lakshmi, Sita, etc. Escuchan increíbles historias donde se destaca el heroísmo de estos Dioses (la mayoría son asesinatos) y la femenidad de sus Diosas. Vishnu por ejemplo, se muestra recostado sobre una serpiente con Lakshmi a sus pies prensándolos.

Si una familia brahmin menciona a Pochamma, Maisamma o Ellamma, no lo hace con el mismo respeto que lo haría al mencionar sus dioses, ya que para ellos ellos Pochamma o Maisamma son dioses Sudra, es decir, son poderosos pero de manera negativa…

De acuerdo a ellos, Pochamma no merece el respeto de las Diosas Lakshmi o Saraswathi, ya que ambas se consideran las esposas ideales de sus respectivos esposos, mientras que nadie sabe quién es el esposo de Pochamma al igual que el esposo de Maisamma.

Ningún Brahmin o Baniya llama a su hijo Pochamma, Maisamma o Ellamma, no obstante en nuestras familias estos nombres son reverenciados por sus propios méritos.

Para un Dalit no es sorprendente que las Diosas no tengan esposos, por ende,no se considera derogativo. Es por eso que muchas viudas en nuestras villas son respetadas, ya que su talla depende de sus habilidades laborales y su acercamiento y actitud hacia los seres humanos.

No tenemos sacerdotes, ya que no necesitamos un intermediario para comunicarnos con nuestros dioses. Nuestro dioses entienden nuestro sencillo lenguaje y no necesitamos hablarles en sánscrito.

Las familias Hindúes son jerárquicas. Las chicas deben obedecer a los chicos. Los chicos deben obedecer a los mayores. El sexo y la edad son factores determinantes del estatus dentro de la familia. Los chicos son entrenados para no involucrarse en actividades relacionadas con la producción, ya que los Brahmines las condenan como “actividades sudras”. De la misma manera, los padres Hindúes censuran la amistad de sus hijos con chicos Dalits. Las llamadas “castas superiores” etiquetan a los Dalits con términos peyorativos como “feos”, “sudras” o “chandalas”. El odio entre semejantes es parte de su formación y sus conocimientos.

La discusión del comportamiento sexual es un tabú en las familias Hindúes. Se supone que las madres no deben hablarle a sus hijas sobre sus experiencias sexuales. Las atrocidades que cometen los padres contra sus esposas no se mencionan en las familias Brahmines o Baniyas. No sucede lo mismo en nuestras familias. Si el padre abusa de la madre frente a los hijos, la madre le pagará con la misma moneda. Los niños somos testigos presenciales. En las familias Hindúes el padre puede abusar de la madre pero se supone que la esposa no puede replicar. Una esposa Hindú debe soportar estoicamente todas las atrocidades que el hombre comete contra ella, ya que mientras más soporte, es más apreciada ante la sociedad…

Además de esto, en las “castas superiores” brahmínicas, las chicas deben seguir una serie de rituales al cocinar. Cada una es enseñada de acuerdo a los gustos de los miembros varones. Deben preparar una docena de curries como parte del “Brahmin Bhojanam”. Se supone que cada chica debe saber que cada “buena comida” de un hombre Brahmin es equivalente a una buena comida del Dios.

No puedo continuar sin  hablarles de los Maadigaas, a quienes la escuela Hindutva los considera como “parte de su religión”. En mi villa habían aproximadamente 40 familias Maadigaas quienes vivían adyacentes a las familias Goudaas. En su relación, estas dos castas no se tocaban unos con otros. Les llamaban “intocables”  ya que  realizaban una de las tareas más “impuras” de acuerdo a las creencias hinduístas, como era por ejemplo,  desollar animales muertos para procesar el cuero.

En mi infancia, no recuerdo haber tenido ningún amigo Maadigaa. Los chicos Maadigaas eran lo que llamábamos “jeetaas” que significa sirvientes en las granjas. Sus familias y sus relaciones culturales  eran muy similares a las nuestras, sin embargo, lo que nos diferenciaba era que desdes niños eran enseñados a ser temerosamente obedientes, dirigiéndose a los jóvenes y mayores de las llamadas “castas superiores” como “”ayya baanchan”. Además de ser jeetaas desde la tierna edad de cinco años, también debían cuidar el ganado y atender las cosechas. Su infancia era más dura que la nuestra pero en ciertas áreas eran más habilidosos e inteligentes. Sabían como despellejar el ganado muerto y convertir esa piel en cuero suave para utilizarlo  en zapatos e instrumentos para las labores diarias. Sus habilidades para tocar el dappu, un instrumento musical de percusión, eran superiores a las nuestras. Los chicos y las chicas Maadigaas aprendían desde su infancia, para sobrevivir, a ser humildes ante los dueños, los Brahmines y los Koomatis.

Lo mismo aplicaba para los Chakaalis y Mangalis. En el hogar todos se trataban como iguales, comían, bebían y hasta fumaban juntos, sin embargo, eran enseñados que debían “estremecerse y temblar” ante la presencia de los señores de las “castas superiores”. Esto no significaba que los Maadigaa, Chakaali y Mangali tuviesen respeto o amor verdadero por los señores, los Brahmines o Baniyas, todo se debía al temor de perder sus trabajos.

– Hijo, sé cuidadoso con el bastardo! pretende ser muy obediente, de lo contrario ese pillo nos golpeará en nuestros estómagos! – y el niño pretendía ser tan obediente al igual que Gandhi pretendía ser pobre.

Lamentablemente cuando se comienza a pretender desde temprana edad, ese comportamiento se internaliza y pasa a ser parte de una persona durante toda su vida…

Todas las familias Dalit que les enseñan a sus hijos la igualdad dentro del hogar, también les enseñan que la vida en la sociedad es jerárquica, por la simple razón que de lo contrario, podrían suceder grandes atrocidades.

Excepto por el hecho de que los Maadigaas eran “intocables” y su difícil situación económica, los Maadigaas eran exactamente iguales a los Kurumaas, los Goudaas y todos los demás.

En cuanto la primera generación de Dalits vieron un pizarrón y un lápiz, inmediatamente todos saltamos derecho a la jungla escolar!

Incluso en ese mundo las diferencias entre los Hindúes y nosotros eran notorias! Ellos iban mejor vestidos y mejor alimentados. Aunque habíamos nacido en la misma villa, nuestros hábitos alimenticios eran tan diferentes! para nosotros una “buena” comida significaba carne y pescado. La disfrutábamos y la saboreábamos. Para los niños y niñas Bramihnes o Baniyas, el sólo hecho de mencionar estas comidas  les daban naúseas.  Sin  embargo, aunque los Maadigaas y los Musulmanes se deleitaban con la carne de res, para nosotros estaba prohibida, pero nunca llegábamos al punto de “odiarla” como era el caso de los Hindúes.

La actitud de nuestros maestros dependía de su propia casta. Si era un Brahmin…nos odiaba y nos decía en nuestras caras que sólo porque estábamos en la era de “kaliyuga” (la era del demonio según las creencias Hindúes) se veía forzado a enseñar “sudras” como nosotros. Según su perspectiva éramos unos buenos para nada! Ese “sabio” maestro pensaba que trabajar en el campo era impuro y antiestético. Según él sólo los desquiciados trabajaban en los asquerosos y fangosos campos. Para nosotros el barro era el origen de nuestra comida  e ideas laborales.

Para los maestros, los grandes eran los Brahmines, los Baniyas y por supuesto los dueños de las tierras. Debido a que no hacían el trabajo sucio de las granjas, sus caras siempre estaban impecablemente lavadas, sus ropas eran más limpias y su cabello iba cuidadosamente peinado. Ellos asistían a la escuela en sandalias, mientras que los que alimentabámos el ganado y los que hacían las sandalias, ibamos descalzos. Estas eran las razones para considerarnos ignorantes, sucios e impuros.

En la medida que avanzábamos a los grados superiores, los libros venían repletos de historias hindúes con las cuales no estábamos familiarizados. Los nombres de los Dioses eran tan extraños para mí como el nombre de Shakespeare! la única diferencia era que los nombres de los dioses aparecían en los textos en Tegulu y el de Shakespeare aparecía en los textos en inglés.

El lenguaje de los libros era diferente al que aprendimos en casa, ya que era Tegulu Brahmin, ambos eran completamente diferentes!

Hasta la fecha no he conseguido un libro escrito en nuestro lenguaje. Jamás he recibido una lección sobre Pochamma, Potaraju, Kattamaisamma o Beerappa. Esto no se debía a que no existiese narrativas sobre ellos! al parecer la razón es que ningún escritor – al parecer la mayoría de los escritores eran Brahmines – pensó que estas historias son dignas de publicarse en un libro de texto. Desde sus puntos de vista, nuestros Dioses no vale la pena mencionarlos.

Ningún poeta Tegulu de renombre pensó que la poesía también nace de las creencias de la gente, de lo que hablan y discuten en su vida cotidiana. Incluso poetas y escritores nacidos en familias Hindúes y que más adelante en sus vidas se han convertido en Comunistas, Ateos o Racionalistas, jamás han plasmado nuestra vida diaria en sus obras. Nadie pensó que nosotros también teníamos alma. No escribieron sobre nosotros ni para bien o para mal. Olvidaron que nuestras comunidades no son un número pequeño sino que están compuestas de millones de seres que  sobrepasan a las “castas superiores” hindúes.

La formación en la infancia es muy importante para cualquier persona – hombre o mujer – para convertirse en un ser humano completo. Nuestra infancia fue mutilada por el abuso constante y un silencio cómplice y contundente.

Cuando nos enteramos que algunos chicos y chicas Hindúes se casaban cuando eran niños, encontramos estas prácticas familiares, ya que el matrimonio infantil es parte de nuestras vidas. Pero cuando leímos en los libros que las chicas que enviudaban debían permanecer viudas, rapar sus cabezas y vestir de blanco, nos pareció extraño.

En nuestras familias, las chicas cuyos suegros no las trataban bien, se divorciaban fácilmente y a los pocos días se les encontraba un segundo esposo. Los matrimonios se celebraban con mucha bebida y comida, al igual que los divorcios! Cuando leí que las mujeres Hindúes debían morir con sus maridos me alegré de no ser Hindú, no me imaginaba si mi padre moría…quedarme sin madre también! Si ella deseaba podía conseguirme un padrastro.

Los libros de historia escribían sobre el sati (antígua costumbre Hindú donde las esposas se quemaban vivas en la pira funeraria del esposo), sin embargo, no había una sola lección sobre las mujeres que sobrevivían la muerte de sus maridos y seguían trabajando, criaban a sus hijos y se casaban de nuevo. No había una sola lección sobre lo difícil que era como mujer obtener un divorcio. Todas las historias y lecciones  hablaban de “hombres y mujeres ideales”. En los textos Hindúes, un hombre “sabio” era el que conocía los Vedas (libros sagrados). Una persona con “coraje” era el que mataba al enemigo, aún si su enemigo era su amigo o un pariente. Por el contrario, para nosotros una persona sabia era el aquel que conocía el oficio de criar ganado, cultivar los campos, diagnosticar las enfermedades de animales y seres humanos. Una persona con coraje era aquel que luchaba contra  los tigres, leones, serpientes y toros. El que se internaba en bosques profundos, nadaba en caudalosos ríos y encontraba las ovejas y cabras perdidas…

A pesar de esta gran discriminación en contra de nuestra raza, mi testarudez  y mi gran deseo de superación me abrieron camino en la vida y llegué a la Universidad. Tuve que superar con frecuencia muchos obtáculos por el hecho de ser mujer y a la vez Dalit, sin embargo, ese sacrificio al final dió sus frutos. Me gradué en Finanzas y salí al extranjero a especializarme. Cuando regresé comencé mi propio negocio. Me fuí a la gran metrópoli y luego de luchar contra el sistema para obtener créditos bancarios, finalmente abrí un expendio de Chai, al mejor estilo de un café italiano. Con trabajo, dedicación y mucho empeño el segundo año pude recuperar la inversión y abrí otra sucursal. Al cabo de unos años mi negocio se  convirtió en una  exitosa franquicia. Gran parte de mis ganancias van dirigidas a la ayuda de los necesitados. Hoy en día soy activista y luchadora a favor de los derechos de las comunidades dalits en el subcontinente…

Cuál es tu impresión de esta historia? Sabías que en muchas regiones de la India los Dalits se consideran ciudadanos de segunda clase? Has presenciado  la discriminación frente a un Dalit? Comparte tu experiencia….

Fuente Bibliográfica:

Historia de ficción inspirada en el libro “Why I am not a Hindu” por Kancha Illaiah

Ilustraciones:

Lorena Mena

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10 Comentarios para La Vendedora de Chai

  1. karlotti 15 de diciembre de 2011 a las 5:28 am #

    Lorena no me canso de celebrar la calidad, sin estridencias, de las hermosas referencias que se prodigan en tus paginas. Saludos afectuosos.
    Salud
    k

    • Lorena Mena 15 de diciembre de 2011 a las 10:12 am #

      Gracias Karlotti, me acordé mucho de ti cuando pude corroborar tristemente la escasez de material poético sobre este tema…

  2. hector 15 de diciembre de 2011 a las 8:03 am #

    algunas veces al leer esas creencias hindues me entra unas iras de ver cuan cerrados son…

    • Lorena Mena 15 de diciembre de 2011 a las 10:13 am #

      Asi es Hector…a veces me sucede lo mismo.

  3. Nix 15 de diciembre de 2011 a las 10:07 pm #

    brishante! y pensar que el guía nos dijo que eso de las castas ya no existía… juaz

    muy bueno el blog, saludos!

    • Lorena Mena 16 de diciembre de 2011 a las 1:30 am #

      Si…eso nos dicen a todos los extranjeros!

  4. mercedes de haay de aparicio ,mecha 2 de junio de 2012 a las 5:09 am #

    Lorena es una Historia de ficción basada en una realidad o los Dalit no existen???, de ser todo ficción lamento haber perdido un grupo de amigos en la India, yo seria una Dalit, con todos mis defectos y virtudes, asi sea de segunda jejejeje ….me encanto esta Historia mi corazón

    • Lorena Mena 3 de junio de 2012 a las 12:08 am #

      Hola Mechita,
      Esto es una historia de la vida real.! donde Dalit es la casta de los intocables sobre la cual GandhiJi fundemento su famoso «Todos los Hombres Somos Hermanos» y aunque no lo logro marco huella eterna sobre la conciencia de la humanidad.

      Un abrazo cariñoso, Gracias, & Saludos, Lorena

  5. Francis 20 de junio de 2013 a las 9:33 am #

    Hola me encantó la lectura, soy venezolana y catolica pero estoy enamorada de un joven hindu, no conozco mucho sobre su religión pero se que lo llaman «Muraki» tampoco sé como se escribe. Llegue a este texto buscando información sobre sus costumbres y cultura si sabes algo sobre los muraki o donde puedo conseguir información te lo agradecería muchisimo.

    • Lorena Mena 22 de junio de 2013 a las 3:36 am #

      Estimada Francis
      Buscando en internet encontré la siguiente informacion sobre los Murakis «Muraki Bhavi is a village in Belgaum district in the southwestern state of Karnataka, India»
      Este pais es muy diverso y hay muchísimas etnias en cada region. No veo mucha informacion sobre los Murakis. Seria interesante si puedes corroborar con tu amigo su region de procedencia. Un saludo cordial!

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