Sueños y Realidades
Rohit se retiró sin siquiera preguntar…esa era la norma en India, acatar la decisión de los mayores sin chistar.
—¿Si tío?—respondí aparentando un dejo de inocencia en la voz
—¿Qué buscas en sitios que no debes frecuentar?
Comencé a preparar mentalmente mi inútil defensa ante la patética posibilidad de ser descubierta husmeando en su vida privada…
—¿Estás medianamente consciente de lo peligroso que es en este país frecuentar las áreas donde viven los musulmanes?—decía con los brazos en jarras dirigiéndome una dura mirada—No quise decir nada delante de Rohit ya que pienso que eres una mujer sensata…
—Ahh…era eso…
—¿Hay algo más que deba saber?—dijo a la vez que arqueaba una ceja
—No, no, claro que no…y por supuesto, entiendo tu preocupación…muchas gracias por la discreción…lo tomaré en cuenta.
—Muy bien y cuentame ¿qué tanto haces en esa zona?
—Err…ya sabes, soy carnívora…allí consigo carnicerias…
—¿Todos los dias?
—No claro, no todos los dias compro el pollo pero el Islam es algo nuevo para mí…hace algunos años hice un reportaje sobre las religiones y siempre he tenido curiosidad de ahondar un poco más en el tema…
—Humm…pues vete con cuidado—dijo mientras se alejaba pensativo
Los ensayos para el sangeet* comenzaban ese día. Nalini había contratado uno de los mejores coreógrafos de la región, un chico de aproximadamente 25 años de maneras afeminadas vistiendo de jeans y cadenas colgantes en los bolsillos quien venía a diario a planificar los diferentes tipos de bailes que se presentarían en una de las funciones de la boda donde vecinos, amigos y familiares serían los participantes. Los ensayos se realizaban en una zona techada del jardín donde en algunas ocasiones se llevaban a cabo pujas* comunitarias durante los festivales religiosos. Rakesh, el coreógrafo, había trabajado en varios estudios de cine en Mumbai donde se encontraban las grandes luminarias de Bollywood y la selección era un abanico de musicales donde estarían representadas las danzas clásicas de la India, diversos famosos musicales de Bollywood y hasta el “Thriller” de Michael jackson.
No se me daba muy bien el baile, así que tuve que hacer un esfuerzo extra para estar a la par de las circunstancias. La coreografía donde participábamos Rohit y yo era una especie de vals acompañado de una melodía empalagosamente romántica.
—Un, dos, tres, adelante…un, dos, tres, atrás…aaaasi…oh! no, no Camila, atraaaas….—gritaba Rakesh desesperado por mi torpeza.
—Así es Rohit…¡Buen chico!—le decía a mi prometido mientras aplaudía y yo me reía a sus espaldas
—¿Qué?—decía Rohit antes mis gestos burlones
—Nada…solo pensaba en voz alta—dije soltando una carcajada.
La conversación con Vikas quedó rondando en mi mente toda la noche…
Julio 1947
Una de mis mejores amigas era Peggy Ann Stidston, su madre era Anglo-India y su padre Británico. El Sr. Stidston era el director de la escuela donde enseñaba mi madre. La gente mayor sonreía cada vez menos ante los hechos de violencia que se vivían a lo largo de toda la nación producto de la partición. A dos millas de la escuela donde enseñaba mi madre había una granja donde criaban cerdos y los carniceros eran Hindúes. Una noche varios Musulmanes asaltaron la granja y degollaron a todos los animales, luego degollaron a los dos carniceros y los colgaron en los ganchos de metal donde colocaban la carne. Días más tarde incendiaron una destilería y el fuego se extendió hacia todos los edificios aledaños causando irreparables pérdidas materiales y humanas.
En la escuela nos aconsejaban que debíamos permanecer imparciales ante la situación política y no tomar bandos, lo cual era fácil de entender para los adultos pero no para una niña acostumbrada a jugar con niños de todas las razas y religiones. Desde que recordaba, celebrábamos juntos todos los festivales e incluso la navidad y ahora, repentinamente, todo había cambiado.
Al declararse la independencia, las pocas autoridades del gobierno Británico que aún quedaban en India trataron de ayudar a los Anglo-Indios* a abandonar el país. Trataban de conseguirles pasajes o una documentación temporal, en los casos que pusiesen probar su descendencia Británica, para regresar a Inglaterra legalmente. Los pasaportes Británicos eran difíciles de obtener y muchas personas tenían que acudir a otros países miembros del Commonwealth* como Australia, para solucionar su situación.
Los Anglo-Indios nunca fueron atacados físicamente, ya que era imposible reemplazarlos por personal Indio calificado, sin embargo, los puestos directivos jamás serían ocupados de nuevo por extranjeros. Algunos se quedaron para continuar trabajando en las fuerzas armadas y navales. También continuaron ejerciendo importantes roles en las oficinas del ferrocarril y el telégrafo, sin embargo, los trabajos administrativos eran asignados al personal Indio o Pakistaní.
Los Stidston decidieron quedarse un tiempo más debido a las dificultades para salir del país, no obstante, un día se reunieron en el despacho de mi padre a fin de solicitarle un gran favor. Después de mucho batallar, sólo el Sr. Stidston había obtenido un ticket para regresar a Inglaterra. Una vez en su país, podría tramitar los papeles para su esposa y su hija, y la sola idea de dejarlas solas lo aterraba. Mi padre amablemente ofreció hospedarlas en casa y llevarlas personalmente a Bombay el día de su partida quedando así sellado un pacto entre caballeros.
Los siguientes dos meses serían inolvidables para ambas, como únicas hijas, jamás habíamos experimentado la compañía de una hermana en casa. Después de la escuela tomábamos un tonga* y frecuentábamos los bazares, los parques y las ferias. Malabaristas, hombres traga fuegos, hombres traga espadas y encantadores de serpientes eran nuestros entretenimientos callejeros favoritos. También los titiriteros en sus teatros ambulantes y coloridas marionetas representando al hombre mono acompañados de osos danzantes entrenados. Otro día visitábamos el zoológico y los fines de semana asistíamos a fiestas de té y juegos en los jardines del Victoria Memorial. Llegábamos a casa a devorar las patatas fritas con ketchup que nos servía el cocinero en la chabutra* y en las noches armábamos un campamento de sábanas en el dormitorio y leíamos las historias de Rudyard Kipling* a la luz de una linterna.
En Septiembre llegó el día de la partida. Sin darnos cuenta la inocencia de nuestra infancia terminaría durante esa travesía. Tomaríamos un tren a Bombay que atravesaría todo el territorio de Este a Oeste. Aún recuerdo el ambiente de Howrah Station* con sus cientos de coolies* transportando pesadas maletas en sus cabezas y los vendedores ambulantes gritando “paan, biri, chai”. Toda una cacofonía de sonidos y aromas mezclados con el silbido del ferrocarril. Subimos corriendo al tren a buscar nuestros compartimientos mientras el portero traía las sábanas y acomodaba las literas.
La mañana siguiente era el dia de mi cumpleaños. A través de la ventana, pinceladas en tonos color arena recreaban las planicies y tintes en verde oliva destacaban la vegetación. Las chozas de barro y la colorida vestimenta de la gente completaban el espléndido paisaje. Nos dirigimos al compartimiento del restaurant donde se encontraban nuestros padres tomando el té a la espera del desayuno. Para mi sorpresa , este llegó acompañado de un delicioso pastel de cumpleaños. En el transcurso de la modesta celebración el tren se detuvo en una de las tantas estaciones y desde ese momento el paisaje adquirió tonalidades escarlata.
Describir el horror de lo que ocurrió a continuación aún atormenta mis sueños. Hordas de Musulmanes armados con cuchillos atacaban salvajemente a los Hindúes que caminaban por la estación. Un vendedor con una cesta de frutas en su cabeza nos hacía señas para abrir la ventana cuando repentinamente fue atacado por la espalda al mismo tiempo que su cabeza rodaba por el suelo. Estábamos absortos ante tan salvaje espectáculo que no nos percatamos cuando varios miembros de la Armada India subieron al tren a protegernos. Se oían gritos, lamentos y solo reinaba el caos. Nos ordenaron que bajo ningún concepto abriésemos las ventanas o las puertas a nadie para ingresar al compartimiento. Reorganizaron a todas las personas a bordo del tren. Una mujer en evidente estado de shock no paraba de llorar mientras contaba una y otra vez como un Sij* sentado a su lado en la sección de tercera clase, se había bajado del tren a matar varias personas y había regresado a su asiento limpiando tranquilamente la sangre de la hoja de su navaja.
Perdí la noción del tiempo, nadie podía protegernos de ver las atrocidades a través de los cristales. En las áreas predominantemente Hindúes los musulmanes eran las víctimas. Los cuerpos mutilados eran apilados en cada estación uno sobre otro mientras el hedor a muerte penetraba todos los rincones. Era increíble ver como mi padre se mantenía sereno. Los otros trenes pasaban a máxima velocidad atiborrados con gente colgada en los techos, puertas y ventanas. Era como viajar a través de una tierra de nadie donde solo reinaba el olor a destrucción.
Finalmente llegamos a Victoria Station en Bombay sin sonrisas en el rostro y las miradas ausentes. La belleza del magnífico edificio había pasado desapercibida ante mi vista. Nos hospedamos en un hotel cercano al puerto para pasar la noche y así esperar el momento de la partida de las Stidston.
El puerto estaba abarrotado de ciudadanos Británicos, algunos a punto de abordar y otros buscando desesperadamente la manera de encontrar un pasaje a Inglaterra. Dos coolies transportaban el equipaje de las damas mientras nos despedíamos entre abrazos, sollozos y promesas. Peggy Ann se quitó su cadena de plata con una diminuta cruz y la colgó en mi cuello. Las vi alejarse hasta abordar la nave y más tarde nos dábamos el último adiós desde la distancia. El viento alborotaba sus rizos dorados quién lanzaba al mar su sombrero de pajilla azul en señal de despedida. Siempre mantuvimos contacto a través de correspondencia y el destino se encargaría de reunirnos de nuevo algunos años después…
La lectura del diario facilitaba la curva de aprendizaje del idioma y a pesar de las advertencias de Vikas seguía asistiendo frecuentemente a la zona musulmana a tomar mis lecciones. En la medida que avanzaba la lectura sentía cuán importante era para mi futuro dominar el lenguaje…
Cuatro damas elegantemente vestidas acompañaban a Nalini esa tarde a tomar el té en el recibidor de la casa. Todas eran contemporáneas con mi futura suegra y al parecer eran viejas amigas. Dos de ellas vestían de sari y las otras dos las cuales eran hermanas y bastante parecidas físicamente, vestían túnicas y pantalón. Había aprendido que la forma de vestir decía mucho de la personalidad de la gente. Recordaba sus rostros en uno de los eventos de caridad que patrocinaba la tienda. Yo me encontraba en la cocina etiquetando unos frascos con los nombres en hindi de las diferentes especias, era uno de los ejercicios para acelerar el proceso de aprendizaje.
—¡Debiste ver su cara!—decía una de ellas a carcajadas
—¿Y como van los preparativos de la boda?—preguntaba la que tenía la voz más ronca
—¡Oh! Trabajoso como toda boda, ya saben…—decía Nalini
—Imagino que estas contenta, después de todo la chica es una mujer muy guapa…
—Y de tez clara—concluía otra de ellas de voz más aguda
—Pues si, al menos el chico tuvo la sensatez de satisfacer uno de los criterios de selección—decía Nalini refiriéndose a Rohit mientras yo no salía de mi asombro.
—¿Se conocieron por internet nos comentaste?
—!Oh si! La estúpida tecnología que echa por tierra los esfuerzos de tantos años…—decía Nalini agriamente
—No seas tan dura—intervino otra de las voces, tal vez la más dulce de todas—no debemos intervenir en el destino, dicen que está escrito.
—¡Por favor, Bharati! ¡no me vengas con tus meditaciones filosóficas!
—Vamos Nalini—respondía Bharati—no olvidemos la situación de tu hija—tu mejor que nadie sabes que el hecho de escoger una pareja no garantiza el éxito de un matrimonio…
¿Su hija? ¿Anjana? ¿Qué tenía que ver Anjana en todo esto? Mi cabeza comenzaba a llenarse de dudas.
—Mi hija es feliz, aunque su marido no sea perfecto…después de todo con un sueldo de casi ochenta mil dolares al año ¿quién no es feliz? ¿Sabes cuanto es eso en rupias en estos dias?
—Nalini, ya estamos muy viejas para pretender que la vida es solo apariencias—insistía Bharati—no te cierres a la posibilidad que tu hijo sea feliz, después de todo solo escogió una ruta menos convencional ¿Porqué no te das una oportunidad?
—Por que no tengo ningún interés que mi hijo se case con una mujer extranjera, divorciada, de otra religión y costumbres ¿No comprendes? Mis nietos, la prolongación de esta familia, se verán sometidos a profesar ideas Católicas que no comparto y así se irán perdiendo todas las tradiciones…
—¿Y qué piensan los demás…tu esposo, tu suegra, tus cuñados?
—Anil se ha ido acostumbrando a la idea, Guna apenas si habla en estos dias, Vijay está muy lejos para emitir opiniones y Vikas…para mí su opinión no cuenta…vive en un mundo paralelo.
—Entonces la única que se preocupa eres tú…
—¡Por supuesto que debo preocuparme!…¿Qué pasará el día que esa mujer se lo lleve? ¿Quién me cuidará en mi vejez?
—¿Y porqué ha de llevárselo? A menos que…
—¿Qué?
—¡Oh querida, no te ofusques!—decía Bharati en tono burlón—a menos que tu le hagas la vida imposible a la chica…
Otra de las damas intervino en la conversación desviando el tema hacia asuntos triviales. Por un instante, me detuve a pensar en lo que había escuchado y los sentimientos de culpa que me agobiaban minutos antes se habían esfumado por completo…
Marzo 1960
La llanta trasera de mi bicicleta explotó a mitad de camino al regresar de la escuela. Sentía el efecto del calor veraniego mientras empujaba el artefacto con el peso de los libros sobre mis hombros. Ese día, sin razón alguna, me había desviado de mi ruta habitual y me encontraba frente a un laberinto de calles desconocidas. Volteé hacia las puertas vecinas buscando a quien pedirle un poco de agua. Una lejana y agradable melodía atrapó mi curiosidad. Al final de la calle divisé una luminosa marquesina que titilaba débilmente y caminé en línea recta hasta toparme ante una cortina de terciopelo que dominaba la amplia entrada del local. “Clases de Danza” rezaba un descolorido cartel el cual indicaba los horarios de clases. Aparté ligeramente el pesado velo y al fondo, una luz ténue, apenas alumbraba el sombrío espacio.
Una dama enfundada en un traje de seda roja con bordes dorados ejecutaba graciosamente una rutina de baile al ritmo de la cautivadora canción. Flores de jazmín blancas entrelazadas en una larga trenza destacaban la negrura de sus cabellos. El brillo de sus ojos solo era comparable al destello de las pesadas joyas que la adornaban. Cada giro acentuaba la elegancia del siguiente paso. Sonreía sugestivamente mientras sus brazos formaban un arco y sostenía todo el peso de su cuerpo en una solo pierna con la rodilla semi doblada. Su torso flotaba mientras los dedos de sus manos llevaban a cabo complicados movimientos y figuras que acicalaban la posición angular de sus miembros. Sin saber, presenciaba por vez primera una danza de Bharatanatyam, uno de los bailes más antiguos en la historia artística de la cultura India.
El camino a la escuela de danza se convirtió en mi ruta diaria habitual al regresar de clases. En ocasiones permanecía horas embelesada mirando a través de la cortina. En las noches soñaba vestida en sedas rosas y doradas mientras danzaba al compás de los exóticos ritmos.
A los pocos días me convertí en una asidua espectadora bienvenida a presenciar las prácticas. Nandini, la profesora, era una mujer que rondaba los 40 años quien orgullosamente revelaba el privilegio de haber asistido a Kalakshetra, una afamada academia fundada por la famosa Rukmini Devi, una dama de la alta sociedad que había reivindicado el Bharatanatyam como una danza clásica y no como un baile vulgar para cortesanas, como se consideraba en el pasado.
El Bharatanatyam se convirtió en una obsesión personal y meses después decidí que una vez involucrada en ese mundo no había marcha atrás. Al principio mi padre se opuso, aunque claramente influenciado por las opiniones de su extensa familia cuyos escasos medios económicos nunca les permitieron la oportunidad de disfrutar el placer de las actividades artísticas. Me revelé fieramente manifestando mi descontento en prolongados ayunos que a la larga lograron su cometido final…la aprobación de mis padres y el apoyo financiero para cristalizar mi sueño. Nunca supe si fui una alumna destacada, pero estaba consciente que cada paso lo ejecutaba con pasión. La misma pasión que experimenta la mujer que se entrega al hombre que ama.
La rutina básica del Bharatanatyam consistía de una serie de movimientos complejos enfocados en la rotación externa de los muslos los cuales a su vez se alternaban con movimientos de la parte baja de la pelvis hacia los pies, mientras se doblaban las articulaciones, liberando finalmente la tensión al abrir las piernas. En los tobillos utilizábamos Ghungroos, una especie de pulseras con cien diminutas campanas que proporcionaban un sonido particular al momento de chocar el pie contra la superficie del suelo. Al mismo tiempo, mis brazos y mis manos realizaban piruetas constantes en forma de arco encima del torso describiendo figuras con mis dedos conocidos como mudras los cuales representaban las flores, los pájaros, la luna o los ríos, al igual que ciertos atributos del ser humano como la inteligencia, la belleza o la rabia. A través del baile le demostrábamos nuestra devoción al dios Shiva. El pulgar apuntando el cielo y los demás dedos cerrados representaban ese dios que mantenía al mundo en movimiento y lo consumía con su fuego…El drama era parte intrínseca de la representación y el movimiento adecuado de los ojos, las pestañas, los labios, la frente, las mejillas y hasta los orificios nasales, expresaban uno de los ocho sentimientos.
Luego de adquirir las bases fundamentales del Bharatanatyam, logré convencer a mis padres que me enviaran a la mismísima Academia Kalakshetra en Madras, al sur de la India. Más tarde tuve el privilegio de continuar mis entrenamientos con los reconocidos gurus Kanchipuram Ellappa Pillai y la inovidable Mylapore Gouri Amma.
Hice mi debut en 1960 y esa noche, al igual que me entregaba con pasión a mi futura carrera, también conocería al ser que cambiaría mi vida completamente…
GLOSARIO DE TERMINOS:
*Sangeet: especie de musical o coreografías que se preparan en una de las funciones previas a las bodas Hindúes.
*Pujas: Oraciones
*Anglo-Indios: Personas de descendencia Británica nacidas en India
*Commonwealth: Comunidad política formada por los antiguos miembros del Imperio Británico.
*Tonga: Rickshaw tirado por caballos
*Chabutra: Estructura diseñada para descansar generalmente para sentarte frente al jardín.
*Rudyard Kipling: Novelista Británico famoso por sus historias para niños.
*Howrah Station: Estación de ferrocarril más antigua de la India
*Coolies: Trabajadores locales que trasladan equipaje en sus cabezas
*Sij: Persona praticante de la religión Sijista
Continuará…
Historia de Ficción original de:
Lorena Mena
Ilustraciónes:
Lorena Mena
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Oh!, me encantó, cada vez me engancho mas a esta historia. Gracias Lorena, espero que estes muy bien.
Gracias Susu!!
hola me encanto ya que habla mucho sobre la india de antes y sobre todo como fue la epoca donde los musulmanes y los hindues se mataban entre ellos.
cuando saldra la continucaion de la novela. no soy muy paciente cuando se trata de una lectura muy interesante que merece seguir leyendo para saber que pasa hehe. espero que se publique la continucion muy pronto.
Gracias por el apoyo Margie…lamentablemente la intolerancia religiosa aún pervade la vida en India, especialmente entre los fundamentalistas de ambos bandos, sin embargo, aqui se mantienen…juntos pero no revueltos!
Saludos
Lorena
haa esta muy buena la novela y muy interesante espero que salga el siquiente capitulo muy pronto jeje
Gracias Yeri!!
Una pregunta cuando sale el aproximo???????????? capitulo me enganche a la novela jejejje
Generalmente se publican cada dos o tres semanas.
Gracias y Saludos
Lorena
que buenos capitulos has hecho camila.
digo laura
Lorena :).Gracias por leer el blog Jaime Alberto!.
ya qiero el siguiente capitulo me dejo intrigada porfa ya ponla
Gracias roxana, Lorena ya esta preparando la siguiente entrega. 🙂
que manera tan interesante de mezclar las historias ,me gusta mucho este personaje ,lo siento libre(me refiero a la dueña del diario)….eres muy descriptiva mija querida ,besos yo mecha
Gracias Mechita!!